El maquillaje ha existido desde tiempos muy remotos y casi siempre con el mismo fin, es decir, el de realzar la belleza de la mujer.
A través del tiempo, han ido evolucionando y cambiando las formas de maquillarse y los tipos de productos que se utilizan para el maquillaje.
En el antiguo Egipto, las mujeres se maquillaban con elementos de la naturaleza tomando los pigmentos que les daban la coloración de plantas, flores y frutos. Para las egipcias, la belleza y el cuidado del cuerpo eran de extrema importancia. En esa época, era común que todas las mujeres se maquillasen los ojos con colores muy fuertes. Las cenizas eran un elemento muy común que se utilizaban para remarcar los ojos y acentuar otras partes de la cara.
Grecia y Roma, también tienen un papel importante en la historia del maquillaje. En ambas civilizaciones la belleza y el cuidado del cuerpo tuvieron un lugar primordial, siendo siempre más importante para las mujeres que para los hombres.
Las mujeres de Grecia y Roma empiezan a buscar nuevas formas de embellecer sus rostros y empiezan a utilizar coloración en los labios y también a oscurecerse las pestañas y la línea que separa el párpado del ojo. Para este fin, utilizaban productos hechos a base de huevos de insecto e incluso de insectos machacados.
Durante la edad media, podría decirse que el maquillaje y el cuidado personal sufren un estancamiento. Llegando al siglo XVII, comienza a surgir de nuevo la preocupación por el aspecto y cuidado personal dando lugar a un resurgimiento del maquillaje.
Durante el siglo XIX el maquillaje alcanza su auge y comienza a resultar de primordial importancia.
A partir de ahí, podría decirse que la historia del maquillaje ha estado en una constante evolución haciendo avances muy significativos durante el último siglo. Hoy en día, la cosmética se ha convertido en una industria de innovación constante, en la que se introducen todos los días nuevos productos en el mercado y que mueve miles de millones de euros al año.
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